Índice

INDICE


  • Prólogo                                                                                                                         
  • Dedicatoria                                                                                                                  
  • Historia del romanticismo                                                                                        
  • Video del Romanticismo                                                                                           
  • Características y temática del Romanticismo                                                       
  • Amado Nervo                                                                                                            
  • Antonio García Gutiérrez                                                                                        
  • Francisco Martínez de la Rosa                                                                                
  • Garcilaso Dela Vega                                                                                                  
  • Gustavo Adolfo Bécquer                                                                                          
  • José de Espronceda                                                                                                  







Características y Temática del Romanticismo


CARACTERÍSTICAS:
- Supervaloración del yo: Cansado de la sujeción a la normativa neoclásica  el hombre romántico necesita expresar sus propios sentimientos y emociones, por lo que sus obras se llenan de subjetivismo y emotividad.
- Irracionalismo: Se rechaza el racionalismo ilustrado del siglo anterior y se valoran aspectos que son irracionales, como las pasiones, las emociones, la fantasía, los sueños... Si para el individuo neoclásico la verdad era igual a la belleza, para el romántico sólo la belleza es igual a la verdad.
- Rebeldía: Los románticos rompen con los moldes neoclásicos y reivindican la libertad creadora del autor:
Mezclan la prosa con el verso
Utilizan una versificación muy variada en poesía
No respetan las tres unidades clásicas de lugar, tiempo y acción en teatro
Combinan lo cómico con lo dramático
Sustituyen el didactismo por la imaginación y la sensibilidad
- Nacionalismo: En contra de la uniformidad cultural defendida por el racionalismo ilustrado, los románticos aprecian y exaltan los valores nacionales, las tradiciones populares y el folclore de cada país, recuperan su pasado y lo idealizan. En España, el nacionalismo contribuye a la recuperación del gallego y el catalán en literatura.


 TEMÁTICA:

Como consecuencia del enfrentamiento que se produce entre el espíritu idealista del escritor y la cruda realidad, la desesperación y la decepción se adueñan de las obras literarias y surge una nueva temática muy distante de la del Neoclasicismo, en la que prevalecen los sentimientos sobre la razón.
- El amor: Es un tema que posee una doble vertiente. Por un lado, el amor es un sentimiento idealizado y divino que lleva a equiparar a la amada con Dios. Por otro lado, es una fuerza apasionada que domina y destruye al ser humano sometiéndolo a un destino trágico.
- La naturaleza: Para el escritor romántico, el paisaje es una proyección de sus sentimientos. Se convierte en una compañera con la que se comunica.
De ahí que prefieran los ambientes lúgubres, libres y agrestes que estén en consonancia con su mundo interior: ruinas de castillos medievales, bosques tenebrosos, cementerios,...
- La evasión: El autor romántico huye de su espacio y tiempo presente y se refugia en uno lejano y remoto.
La huida en el espacio le lleva a países exóticos orientales y nórdicos, donde recrea su colorido y fastuosidad. La evasión en el tiempo lo conduce, sin ningún interés histórico, a la recuperación de misterios, leyendas y valores de la época remota medieval y del romancero.
- La muerte: Éste es un elemento que cobra mucho sentido en el Romanticismo, ya que el héroe no duda en morir por conseguir hacer realidad sus deseos y ambiciones: libertad, amor,...
Este sentimiento traspasa en ocasiones la ficción de las obras y se apodera de la propia vida del autor llevándole al suicidio.
- La libertad: El afán de vivir sin normas que condicionen la conducta del individuo ocasiona la aparición de historias protagonizadas por personajes que viven al margen de la ley y de la sociedad (bandoleros, piratas...). Representan la libertad anhelada por los escritores románticos.

Amado Nervo



AMADO NERVO


(José Amado Ruiz de Nervo; Tepic, Nayarit, 1870 - Montevideo, 1919) Poeta mexicano. Hizo sus primeros estudios en el Colegio de Jacona, pasando después al Seminario de Zamora, en el Estado de Michoacán, donde permaneció desde 1886 hasta 1891.

Poeta y prosista, el valor de su prosa desmerece, sin embargo, si se la compara con sus producciones en verso. Nervo es, efectivamente, un auténtico poeta modernista, verdadero hijo literario de Rubén Darío, plenamente mexicano; las intuiciones religiosas de su juventud le inspiraron las páginas de sus Perlas Negras y sus Místicas (1898), en las que puede encontrarse su célebre A Kempis, cuyo encendido lirismo no podría ya superar el poeta.


Más tarde, su mexicanidad se atempera por su estancia y sus contactos en París; la influencia francesa y, sobre todo, la española y la latinoamericana, concretada en el indiscutible maestrazgo de Rubén Darío y Leopoldo Lugones, confieren al espíritu, el sentimiento y la obra de Amado Nervo una dirección menos mística, unas preocupaciones menos religiosas, aunque impregnadas de un panteísmo que le da mayor universalidad, un pálpito más liberal y humano.


Todas sus producciones muestran un exquisito refinamiento, una indiscutible preocupación por la perfección de la forma y el absoluto protagonismo de la estrofa dentro de la escritura.




OBRAS:


POR ESA PUERTA 


Por esa puerta huyó diciendo :«¡nunca!» 
Por esa puerta ha de volver un día ... 
Al cerrar esa puerta dejo trunca 
la hebra de oro de la esperanza mía. 
Por esa puerta ha de volver un día. 

Cada vez que el impulso de la brisa, 
como una mano débil indecisa, 
levemente sacude la vidriera, 
palpita más aprisa, más aprisa, 
mi corazón cobarde que la espera. 

Desde mi mesa de trabajo veo 
la puerta con que sueñan mis antojos 
y acecha agazapando mi deseo 
en el trémulo fondo de mis ojos. 

¿Por cuánto tiempo, solitario, esquivo, 
he de aguardar con la mirada incierta 
a que Dios me devuelva compasivo 
a la mujer que huyó por esa puerta? 

¿Cuándo habrán de temblar esos cristales 
empujados por sus manos ducales, 
y, con su beso ha de llegar a ellas, 
cual me llega en las noches invernales 
el ósculo piadoso de una estrella? 
¡Oh Señor!, ya la pálida está alerta; 
¡oh Señor, cae la tarde ya en mi vía 
y se congela mi esperanza yerta! 
¡Oh, Señor, haz que se abra al fin la puerta 
y entre por ella la adorada mía!... 
¡Por esa puerta ha de volver un día!




El amor nuevo


Todo amor nuevo que aparece

nos ilumina la existencia,

nos la perfuma y enflorece.


En la más densa oscuridad

toda mujer es refulgencia

y todo amor es claridad.

Para curar la pertinaz

pena, en las almas escondida,

un nuevo amor es eficaz;

porque se posa en nuestro mal

sin lastimar nunca la herida,

como un destello en un cristal.


Como un ensueño en una cuna,

como se posa en la rüina

la piedad del rayo de la luna.

como un encanto en un hastío,

como en la punta de una espina

una gotita de rocío...


¿Que también sabe hacer sufrir?

¿Que también sabe hacer llorar?

¿Que también sabe hacer morir?


-Es que tú no supiste amar...



El día que me quieras


El día que me quieras tendrá más luz que junio;

la noche que me quieras será de plenilunio,

con notas de Beethoven vibrando en cada rayo

sus inefables cosas,

y habrá juntas más rosas

que en todo el mes de mayo.


Las fuentes cristalinas

irán por las laderas

saltando cristalinas

el día que me quieras.


El día que me quieras, los sotos escondidos

resonarán arpegios nunca jamás oídos.

Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras

que hubo y habrá en el mundo serán cuando me quieras.


Cogidas de la mano cual rubias hermanitas,

luciendo golas cándidas, irán las margaritas

por montes y praderas,

delante de tus pasos, el día que me quieras...

Y si deshojas una, te dirá su inocente

postrer pétalo blanco: ¡Apasionadamente!


Al reventar el alba del día que me quieras,

tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras,

y en el estanque, nido de gérmenes ignotos,

florecerán las místicas corolas de los lotos.


El día que me quieras será cada celaje

ala maravillosa; cada arrebol, miraje

de "Las Mil y una Noches"; cada brisa un cantar,

cada árbol una lira, cada monte un altar.


El día que me quieras, para nosotros dos

cabrá en un solo beso la beatitud de Dios.



El primer beso


Yo ya me despedía.... y palpitante

cerca mi labio de tus labios rojos,

«Hasta mañana», susurraste;

yo te miré a los ojos un instante

y tú cerraste sin pensar los ojos

y te di el primer beso: alcé la frente

iluminado por mi dicha cierta.


Salí a la calle alborozadamente

mientras tu te asomabas a la puerta

mirándome encendida y sonriente.

Volví la cara en dulce arrobamiento,

y sin dejarte de mirar siquiera,

salté a un tranvía en raudo movimiento;

y me quedé mirándote un momento

y sonriendo con el alma entera,

y aún más te sonreí... Y en el tranvía

a un ansioso, sarcástico y curioso,

que nos miró a los dos con ironía,

le dije poniéndome dichoso:

-«Perdóneme, Señor esta alegría.»



No sé quién es

¿Quién es? -No sé: a veces cruza

por mi senda, como el hada

del ensueño: siempre sola...

siempre muda... siempre pálida...

¿Su nombre? No lo conozco.

¿De dónde viene? ¿Do marcha?

¡Lo ignoro! Nos encontramos,

me mira un momento y pasa:

¡Siempre sola...! ¡Siempre triste...!

¡Siempre muda...! ¡Siempre pálida!


Mujer: ha mucho que llevo

tu imagen dentro del alma.

Si las sombras que te cercan,

si los misterios que guardas

deben ser impenetrables

para todos, ¡calla, calla!


¡Yo sólo demando amores:

yo no te pregunto nada!


¿Buscas reposo y olvido?

Yo también. El mundo cansa.

Partiremos lejos, lejos

de la gente, a tierra extraña;

y cual las aves que anidan

en las torres solitarias,

confiaremos a la sombra

nuestro amor y nuestras ansias...




En paz


Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,

porque nunca me diste ni esperanza fallida,

ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;


porque veo al final de mi rudo camino

que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si extraje la miel o la hiel de las cosas,

fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:

cuando planté rosales, coseché siempre rosas.


...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:

¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!


Hallé sin duda largas noches de mis penas;

mas no me prometiste tú sólo noches buenas;

y en cambio tuve algunas santamente serenas...


Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.

¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

Antonio García Gutiérrez


ANTONIO GARCÍA GUTIÉRREZ


Nació en Chiclana de la Frontera, en 1813. Abandonó los estudios de medicina por la literatura. Autor teatral, fue amigo de Ventura de la Vega, Larra, Espronceda y otros escritores románticos. Ejerció de diplomático en Inglaterra, Francia, Suiza, Cuba y México. Más tarde, ocupó el cargo de director del Museo Arqueólogico de Madrid. Alcanzó reconocimiento con su primera creación “El trovador” (1836), que inspiró a Verdi su famosa ópera “Il trovatore” (1853). 





OBRAS:

El sueño

Fugaz alivio de mi amarga pena;            
dulce esperanza en el tormento mío,        
ven, y adormece mis eternos males,        
¡Plácido sueño!                            
                                          
Toca apacible con tus blandas alas        
la sien marchita del mortal lloroso,      
que enajenado, en dolorido acento          
¡Ay! te demanda.                          
                                          
Cubra mis ojos la nocturna sombra,        
cual si la parca con airado ceño          
ya preparase a mi funesta suerte          
lóbrega tumba.                            
                                          
Huyes veloz, cuando en eterno lloro        
dejas sumido el corazón cuitado,          
y en negro insomnio, por la mente cruzan  
¡vértigos fríos!                          
                                          
¡Ay! triste noche, a mis cansados ojos    
mas que a otros ojos fúnebre y sombría,    
tiende tu velo, y de la tierra espanto    
lóbrega reina.                            
                                          
¡Cándida luna! ¡tu fanal lumbroso          
pálida oculta tras de opaca nube!          
Huye, y la esfera que de nácar bañas      
deja entre sombras.                        
                                          
Que no más luz que los celestes ojos      
ni más placer que de mi bien la risa,      
dulces alejan de la mente triste          
negros temores.                            
                                          
¡Id, mis cantares, a la ingrata hermosa    
cama funesta de mi amarga cuita!          
Id susurrando y que D*** bella            
blanda os escuche.                        



En un Álbum

Si el corazón es altar  
y el amor adoración,    
éntrate en mi corazón  
porque te quiero adorar. 


La dádiva del poeta

Mil esperanzas que en tu amor se abrieron    
aquí guardadas en el alma están.            
Dime, ¿tal vez para morir nacieron?          
Dime, ¿infelices como yo serán?              
                                            
¡Oh! no desdeñes por humilde, el ruego      
del que vive y respira para ti,              
que no hallarás quien con tan puro fuego    
te dé un amor como el que alimenta en mí.    
                                            
Puede otro amante en homenaje darte          
riquezas mil y joyas de valor                
y con rico tocado engalanarte                
con perlas orientales brillador.            
                                            
Yo, pobre trovador y sin fortuna            
un corazón de fuego te daré,                
y tu frente, modesta cual la luna,          
con joya de gran precio adornaré.            
                                            
Doble corona de laurel y rosa                
arrebatando al genio creador,                
yo la pondré sobre tu frente hermosa,        
sobre tu frente pálida de amor.     


 la-dadiva-del-poeta       

antonio-garcia-gutierrez

Poemas

Francisco Martínez de la Rosa



poemas de francisco
MARTÍNEZ  DE LA ROSA


Político y escritor español (Granada, 1787 - Madrid, 1862).

Como escritor se inscribió en la línea del romanticismo; destacó sobre todo en el terreno dramático (La conjuración de Venecia, 1834), aunque también practicó la poesía y el ensayo (El espíritu del siglo, 1851). Su prestigio intelectual le llevó a formar parte de las Reales Academias Española (que presidió de 1839 a 1862), de la Historia, de Bellas Artes y de Jurisprudencia, así como a ser presidente del Ateneo de Madrid.



OBRAS:


La niña descolorida



Pálida está de amores

mi dulce niña.

¡Nunca vuelven las rosas

a sus mejillas!


Nunca de amapolas

o adelfas ceñida

mostró Citerea

su frente divina.

Téjenle guirnaldas

de jazmín sus ninfas,

y tiernas violas

Cupido le brinda.


Pálida está de amores

mi dulce niña.

¡Nunca vuelven las rosas

a sus mejillas!


El sol en su ocaso

presagia desdichas

con rojos celajes

la faz encendida.

El alba, en Oriente,

más plácida brilla;

de cándido nácar

los cielos matiza.


Pálida está de amores

mi dulce niña.






¡Nunca vuelven las rosas

a sus mejillas!


¡Qué linda se muestra,

si a dulces caricias

afable responde

con blanda sonrisa!

Pero muy más bellas

el amor convida

si de amor se duele

si de amor respira.


Pálida está de amores

mi dulce niña.

¡Nunca vuelven las rosas

a sus mejillas!


Sus lánguidos ojos

el brillo amortiguan;

retiemblan sus brazos;

su seno palpita.

Ni escucha, ni habla,

ni ve, ni respira;

y busca en sus labios

el alma y la vida...


Pálida está de amores

mi dulce niña.

¡Nunca vuelven las rosas

a sus mejillas!



La tormenta



¿Hubo un día jamás, un solo día,

cuando el amor mil dichas me brindaba,

en que la cruda mano del destino

la copa del placer no emponzoñara?

Tú lo sabes, mi bien: el mismo cielo

para amarnos formó nuestras dos almas;

mas con doble crueldad, las unió apenas,

las quiso dividir, y las desgarra.

¡Cuántas veces sequé con estos labios

tus mejillas en lágrimas bañadas,

tus ojos enjugué, y hasta en tu boca

bebí ansioso tus lágrimas amargas!

Con suspiros tristísimos salían,

mezcladas, confundidas tus palabras;

y al repeler mis manos con latidos,

tu corazón desdichas presagiaba...

Todas, a un tiempo, todas se cumplieron:

y si tal vez un rayo de esperanza

brilló cual un relámpago, el abismo

nos mostró abierto a nuestras mismas plantas.

¿Lo recuerdas, mi bien? Morir unidos

demandamos al cielo en noche aciaga,

cuando natura toda parecía

en nuestro daño y ruina conjurada:

la tierra nos negaba hasta un asilo;

la lluvia nuestros pasos atajaba;

bramaba el huracán; el cielo ardía,




las centellas en torno serpeaban...

¡Ay!, ojalá la muerte en aquel punto

sobre entrambos el golpe descargara,

cuando sin voz, sin fuerzas, sin aliento,

te sostuve en mis hombros reclinada.

"¿Qué temes? Vuelve en ti; soy yo, bien mío;

es tu amante, tu dueño quien te llama;

ni el mismo cielo separarnos puede:

o destruye a los dos, o a los dos salva."

Inmóvil, muda, yerta, parecías

de duro mármol insensible estatua;

mas cada vez que retumbaba el trueno,

trémula contra el seno me estrechabas;

en tanto que por hondos precipicios,

casi ya sumergido entre las aguas,

a pesar de los cielos y la tierra

conduje a salvo la adorada carga...

Ahora, ¡ay de mi!, por siempre separados,

sin amor, sin hogar, sin dulce patria,

el peligro más leve me amedrenta;

la imagen de la muerte me acobarda:

ni habrá un amigo que mis ojos cierre;

veré desierta mi fatal estancia;

y solo por piedad mano extranjera

arrojará mi cuerpo en tierra extraña.