ANTONIO GARCÍA GUTIÉRREZ
Nació en Chiclana de la Frontera, en
1813. Abandonó los estudios de medicina por la literatura. Autor teatral,
fue amigo de Ventura de la Vega, Larra, Espronceda y otros escritores
románticos. Ejerció de diplomático en Inglaterra, Francia, Suiza, Cuba y
México. Más tarde, ocupó el cargo de director del Museo Arqueólogico de Madrid.
Alcanzó reconocimiento con su primera creación “El trovador” (1836), que
inspiró a Verdi su famosa ópera “Il trovatore” (1853).
Fugaz alivio de mi amarga pena;
dulce esperanza en el tormento mío,
ven, y adormece mis eternos males,
¡Plácido sueño!
Toca apacible con tus blandas alas
la sien marchita del mortal lloroso,
que enajenado, en dolorido acento
¡Ay! te demanda.
Cubra mis ojos la nocturna sombra,
cual si la parca con airado ceño
ya preparase a mi funesta suerte
lóbrega tumba.
Huyes veloz, cuando en eterno lloro
dejas sumido el corazón cuitado,
y en negro insomnio, por la mente cruzan
¡vértigos fríos!
¡Ay! triste noche, a mis cansados ojos
mas que a otros ojos fúnebre y sombría,
tiende tu velo, y de la tierra espanto
lóbrega reina.
¡Cándida luna! ¡tu fanal lumbroso
pálida oculta tras de opaca nube!
Huye, y la esfera que de nácar bañas
deja entre sombras.
Que no más luz que los celestes ojos
ni más placer que de mi bien la risa,
dulces alejan de la mente triste
negros temores.
¡Id, mis cantares, a la ingrata hermosa
cama funesta de mi amarga cuita!
Id susurrando y que D*** bella
blanda os escuche.
Si el corazón es altar
y el amor adoración,
éntrate en mi corazón
porque te quiero adorar.
Mil esperanzas que en tu amor se abrieron
aquí guardadas en el alma están.
Dime, ¿tal vez para morir nacieron?
Dime, ¿infelices como yo serán?
¡Oh! no desdeñes por humilde, el ruego
del que vive y respira para ti,
que no hallarás quien con tan puro fuego
te dé un amor como el que alimenta en mí.
Puede otro amante en homenaje darte
riquezas mil y joyas de valor
y con rico tocado engalanarte
con perlas orientales brillador.
Yo, pobre trovador y sin fortuna
un corazón de fuego te daré,
y tu frente, modesta cual la luna,
con joya de gran precio adornaré.
Doble corona de laurel y rosa
arrebatando al genio creador,
yo la pondré sobre tu frente hermosa,
sobre tu frente pálida de amor.
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