Gustavo Adolfo Bécquer



GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER


Es una de las figuras más importantes del romanticismo y sus Rimas supusieron el punto de partida de la poesía moderna española.

Gustavo Adolfo Domínguez Bécquer, nació en Sevilla, (Andalucía – España), el 17 de febrero de 1836, en una época en la que el romanticismo se hallaba en pleno apogeo. A los 5 años perdió a su padre, un famoso pintor de ascendencia alemana.

Llego a ser muy popular como poeta y periodista, fue director de “la ilustración de Madrid”.


Poseedor de una gran imaginación, lo viajes que realizo por algunas ciudades españolas, le inspiraron la diversas narraciones conocidas con el nombre de “leyendas”, pero su más grande obra y con la cual alcanza renombre universal es “rimas”; una serie de breves poemas líricos que expresan melancólicos estados de ánimo, en donde el amor, la soledad y el desengaño son los principales argumentos.


Bécquer muere en 1870 victima de la enfermedad de los artistas: la tuberculosis.




OBRAS:


Rima IX

      Besa el aura que gime blandamente
      las leves ondas que jugando riza;
      el sol besa a la nube en occidente
      y de púrpura y oro la matiza;
      la llama en derredor del tronco ardiente
      por besar a otra llama se desliza;
      y hasta el sauce, inclinándose a su peso,
      al río que le besa, vuelve un beso.


No titulado

Si mis ojos
dicen te quiero no 
pidas a mis labio
una explicación
la palabras 
se las lleva el viento 
las miradas 
se la guarda el corazón

Amor eterno

Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.



Rima L


Lo que el salvaje que con torpe mano
hace de un tronco a su capricho un dios,
y luego ante su obra se arrodilla,
eso hicimos tú y yo.

Dimos formas reales a un fantasma,
de la mente ridícula invención,
y hecho el ídolo ya, sacrificamos
en su altar nuestro amor.



Rima LVIII


¿Quieres que de ese néctar delicioso
no te amargue la hez?
Pues aspírale, acércale a tus labios
y déjale después.

¿Quieres que conservemos una dulce
memoria de este amor?
Pues amémonos hoy mucho, y mañana
digámonos: ? ¡Adiós!


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